El equipo albiceleste tuvo un primer tiempo explosivo. Porque llegó cuatro veces y concretó tres goles. Lionel Messi abrió la cuenta a los 9 minutos del primer tiempo, definiendo con un toque suave y de enorme calidad ante la salida de Reina, que quedó despatarrado en el suelo.

España sintió el golpe. Sin embargo, jamás resignó su idea de juego y siguió siendo fiel a esa identidad que le permitió consagrarse como el campeón del mundo en Sudáfrica, hace apenas dos meses.


En tres oportunidades, el palo le dijo que no a los ibéricos. En la primera, Villa remató de 30 metros y reventó el ángulo izquierdo de Romero, que hizo vista. En la segunda, fue el travesaño el que le ahogó el grito al goleador de Barcelona. Ya en la segunda mitad, Romero la tocó y la pelota pegó en el travesaño, tras un disparo a colocar de Arbeloa desde la medialuna del área.

Consciente de que no siempre se puede ver a un campeón del mundo, y claramente amante del juego que exhibe el conjunto dirigido por Vicente Del Bosque, el público argentino disfrutó de la goleada, pero destacó y aplaudió a los españoles, reconociéndole el gran logro en suelo africano.

Asimismo, se notó un gran compromiso del equipo hacia su técnico Batista. Si bien es habitual ver a Tevez o a Mascherano pelear cada pelota como si fuera la única, no es común encontrarlo a Messi yendo al piso, ni a Zanetti. Incluso a Higuaín se lo vio muchísimo más enchufado que en otros encuentros.

Llorente puso el decoroso 1-3, pero en una gran jugada colectiva, Agüero selló el resultado de cabeza, para delirio del estadio.

Si bien el partido no deja de ser un amistoso, con todo el relajo que eso implica, no todos los días se le gana 4 a 1 al campeón del mundo. Y por eso, la victoria ilusiona y mucho.
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