El conjunto conducido por el argentino Edgardo Bauza revalidó con justicia un logro que ya había alcanzado hace doce meses y añadió otra conquista a un ciclo brillante, que también incluye la obtención de la Copa Libertadores de América 2008 y la Copa Sudamericana 2009.
Obligado a ganar para revertir la desventaja del duelo de ida, Estudiantes intentó manejar el desarrollo desde los primeros minutos, pero la Liga se ordenó muy bien en el fondo y trató de inquietar con contraataques, e incluso podría haber anotado con un centro de Barcos que Luna cabeceó desviado desde una posición inmejorable.
El equipo local intentó hacer valer el oficio y la experiencia de su mediocampo, pero el talentoso Juan Sebastián Verón parecía estar en una noche deslucida, y al conjunto platense le costaba encontrar espacios y generar riesgo ante un rival abroquelado, que se sentía cada vez más cómodo con esa propuesta.
De todos modos, Estudiantes tuvo algunas ocasiones interesantes, como un zurdazo de Leandro Benítez que Cevallos desvió en gran reacción, un remate débil de Gastón Fernández y, casi en el epílogo de la primera parte, un cabezazo del zaguero Federico Fernández que salió apenas alto.
Para la segunda mitad, el local intentó jugar con mayor intensidad e imprimirle más vértigo al encuentro, y encendió las alarmas en el fondo ecuatoriano con un toque de Leandro González, que se anticipó a su marca y remató al travesaño.
Esa sería, sin embargo, la última acción de máxima claridad para Estudiantes, que no halló la manera de sorprender y quebrar un tramado que se hizo cada vez más defensivo, pues a medida que transcurrían los minutos la Liga se metía dentro de su terreno, ya con una línea defensiva de cinco hombres.
El conjunto ecuatoriano dejó sólo al argentino Barcos como única referencia en el ataque, y éste tuvo una gran oportunidad para conseguir la victoria, pero después de una notable acción individual falló la definición.
En cambio, Estudiantes se hundía en una impotencia que mutaba en frustración y en resignación, en la misma medida que los minutos pasaban y el gol salvador le quedaba cada vez más lejos, con una Liga que con mucho esfuerzo cuidó el resultado que vino a buscar, y así logró quedarse con otra copa, la cuarta en los últimos tres años
De todos modos, Estudiantes tuvo algunas ocasiones interesantes, como un zurdazo de Leandro Benítez que Cevallos desvió en gran reacción, un remate débil de Gastón Fernández y, casi en el epílogo de la primera parte, un cabezazo del zaguero Federico Fernández que salió apenas alto.
Para la segunda mitad, el local intentó jugar con mayor intensidad e imprimirle más vértigo al encuentro, y encendió las alarmas en el fondo ecuatoriano con un toque de Leandro González, que se anticipó a su marca y remató al travesaño.
Esa sería, sin embargo, la última acción de máxima claridad para Estudiantes, que no halló la manera de sorprender y quebrar un tramado que se hizo cada vez más defensivo, pues a medida que transcurrían los minutos la Liga se metía dentro de su terreno, ya con una línea defensiva de cinco hombres.
El conjunto ecuatoriano dejó sólo al argentino Barcos como única referencia en el ataque, y éste tuvo una gran oportunidad para conseguir la victoria, pero después de una notable acción individual falló la definición.
En cambio, Estudiantes se hundía en una impotencia que mutaba en frustración y en resignación, en la misma medida que los minutos pasaban y el gol salvador le quedaba cada vez más lejos, con una Liga que con mucho esfuerzo cuidó el resultado que vino a buscar, y así logró quedarse con otra copa, la cuarta en los últimos tres años
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